¡Sorprendiendo a propios y a extraños, he aquí mi entrada para esta semana! Para que vean que ya ni en Navidad voy a privarlos de mis escritos para descansar. Escribo desde mi celular y es una joda así que quizás queda corta la entrada, pero de todos modos a todo mundo le da hueva leer más de 3 renglones en esa perezosa semana del 24 al 2 de enero, así que no hay tos.
Ah, la navidad. Esa bonita época del año en la que el canal 5 saca sus joyitas del cofre de los clichés, como "Mi Pobre Angelito" o "El Grinch" (dobladas y con comerciales larguísimos, como dios manda). Hay varias épocas del año (como Halloween o San Valentín) en las que Hollywood aprovecha para sacar una cantidad abrumadora de películas chatarra que a la gente les encantan, y de estas épocas es la navidad la que se lleva el premio mayor. Las películas de las fiestas decembrinas obedecen siempre al mismo esquema: comedias turbo cursis que siempre tienen un mensaje bonito y un final feliz poco originales; puaj. No es por amargado, pero complementar el olor a ponche y recalentado de bacalao de la casa con una hora y media de escenas caguengues ya no es lo mío (sí, de pequeño me gustaban, estaba chavo y se me hacía fácil). Algunas películas meten una que otra escena cínica como para pretender romper la costumbre pero terminan siendo el mismo cliché de siempre (te estoy hablando a ti, Love Actually).
Sin embargo, existen clásicos navideños que sí trascienden como buenos filmes y hoy mencionaré uno de mis favoritos: The Nightmare Before Christmas (1993) -o El extraño mundo de Jack en latinoamérica- de Tim Burton.
Los fans del realizador dirán que es una de sus obras maestras mientras que sus haters la condenarán como una película más de un autor sobrevalorado. Sea como sea, debemos dejar en claro que en esta película Burton sólo tiene el cargo de productor (aportando el concepto original e inspiración para la película y participando ampliamente en la preproducción, aunque ya menos mientras se filmaba); la dirección en cambio corre a cargo de Henry Selick, un importante animador norteamericano precisamente especializado en stop motion, y que muchos verán con ojos de cariño por obras como Coraline.